05. TRATAMIENTOS POSIBLES
En un intento por reducir la reincidencia de los agresores, se han propuesto varias alternativas a su tratamiento, entre la que se encuentra la castración química. Personalmente prefiero referirme a esta técnica como inhibición de la testosterona, ya que este es el efecto real que se consigue a través de dicho tratamiento. Va dirigido a reducir la producción de testosterona endógena en el sujeto, siendo del todo un proceso reversible.
La opinión mayoritaria entre los expertos del tema es que el tratamiento médico puede frenar la actividad de los agresores sexuales (especialmente los pedófilos), pero no cambia su atracción por el objeto de deseo. Es decir, la mayoría de agresores sexuales lo serán durante toda su vida. Se pueden aplicar medidas de contención y prevención que les ayudarían a mantenerse alejados de sus posibles víctimas, entre las cuales encontramos como más eficaces la psicoterapia y la administración de fármacos. Dos de los utilizados son el Acetato de Ciproterona y el Acetato de Medroxiprogesterona. Estos medicamentos inhiben la producción de testosterona en los testículos o bien actúan en las zonas cerebrales (hipófisis o hipotálamo) responsables de estimular esa actividad. Tras una administración continua y regular, se consigue disminuir en el sujeto tanto la libido (entendida como deseo sexual) y la erección, así como sus fantasías sexuales. Esta opción solamente es efectiva como complemento de otras, como la ya citada psicoterapia, la vigilancia constante del sujeto a través de pulseras GPS y muestras de ADN. Es necesario tener presente que las sujetos a los que nos estamos refiriendo son agresores sexuales que no se relacionan normalmente, que muestran en la mayoría de los casos rasgos de personalidad psicóticos, pudiendo desarrollar otros comportamientos peligrosos o lesivos para la víctima ante la imposibilidad de ver satisfecha la agresión a través del sexo. La eficacia de la supresión hormonal no está muy clara, ya que sólo reduce el deseo genital. Un estudio publicado en 2005 por la revista Archives of Sexual Behavior hablaba de que la terapia cognitivo-conductual reforzada por un inhibidor de la testosterona consiguió reducir significativamente las fantasías sexuales, pero la inclinación no se modificó tras un año de tratamiento. El Dr. Klaus M. Bier, en la Clínica Universitaria de la Charité de la Universidad Humboldt de Berlín puso en marcha un proyecto preventivo denominado “Cifras ocultas” donde se trataba a pedófilos. Se centraba en la comisión de las conductas, en hacer al sujeto responsable de sus acciones, no en sus inclinaciones. De 150 sujetos que recibieron el tratamiento, alrededor de 30 lo acabaron; el resto no aceptaron la ayuda terapéutica e interrumpieron el tratamiento.