06. CONDICIÓN HUMANA
¿Cuál es esta condición humana? ¿Cuáles son las condiciones características de la existencia humana? El hombre, en cuanto se refiere a su cuerpo y funciones fisiológicas, pertenece al reino animal. El funcionamiento del animal lo determinan los instintos, actuaciones específicas que a su vez son determinadas por estructuras neurológicas heredadas. Cuanto más alto se encuentre un animal en la escala del desarrollo más flexibilidad encontraremos en su manera de actuar, o comportamiento, y menos completo será su ajuste estructural al nacer. Pudiera decirse que el animal lleva a cabo su vida mediante leyes biológicas de la naturaleza; forma parte de la naturaleza, y nunca la trasciende. No posee una conciencia de orden moral, ni tiene conocimiento de sí mismo, ni de su existencia; no tiene el poder del razonamiento, si es que por razonamiento entendemos la habilidad de penetrar bajo la superficie percibida por los sentidos, y comprender la esencia de las cosas que se encuentra debajo de la superficie; por lo tanto, el animal no posee un concepto de la verdad, aunque puede tener nociones de lo útil. En cierto momento de la evolución animal, ocurrió un singular acontecimiento; es ésta la última y más importante etapa de la evolución cósmica desde la primera aparición de la materia, seguida de la primera aparición de la vida, y luego la primera aparición de la existencia animal. Este nuevo acontecimiento consiste en que la actividad deja de ser esencialmente determinada por el instinto. Cuando el animal supera la naturaleza, cuando supera el papel puramente pasivo del ser viviente, cuando se transforma, desde el punto de vista biológico, en el animal más desamparado, nace el hombre. En este momento, el animal se ha emancipado de la naturaleza adoptando la postura erguida, el cerebro se ha desarrollado muy por encima del animal más adelantado. Este nacimiento del hombre puede haber durado cientos de miles de años, pero lo que importa es que surgió una nueva especie, la cual trasciende a la naturaleza; que la vida adquirió el conocimiento de sí misma.
La razón, que es la bendición del hombre, también es su maldición. El hombre es el único animal que considera su propia existencia un problema, al cual tiene que encontrar solución y del cual no puede escapar. No puede regresar a su situación prehumana de armonía con la naturaleza; tiene que seguir desarrollando su razón hasta convertirse en el amo de la naturaleza y de sí mismo. El origen de todas las fuerzas psíquicas que impulsan al hombre, de todas las pasiones, afectos y ansiedades, es la necesidad de encontrar soluciones siempre nuevas a las contradicciones de su existencia, formas de unión siempre más altas con la naturaleza, con su semejante, y consigo mismo.
La constitución física del hombre tiene por resultado la obligación de satisfacer el hambre, la sed, la necesidad de dormir y sus necesidades sexuales. Pero aún cuando todas estas necesidades hayan sido satisfechas, él no está satisfecho. Su condición humana le crea necesidades que debe satisfacer, so pena de volverse loco. Estas necesidades son las de estar relacionado, de estar arraigado, de crear o de destruir, de tener un marco de orientación intelectual y de tener un sentido de identidad. Debe satisfacer estas necesidades si ha de permanecer sano. Pero existen respuestas mejores y peores a la satisfacción de estas necesidades; la diferencia, entre estas respuestas constituye la diferencia entre la salud mental y la enfermedad; entre la felicidad y la desgracia; la virtud y el vicio. Inútil es decir que los motivos para estas respuestas son inconscientes y constituyen el carácter.
El psicoanálisis no puede separarse de la filosofía y de la ética. Vivir significa tener preferencias, y uno de los problemas más importantes de la psicología y de la psicopatología es el problema de cuáles sean los criterios por los que se hacen estas elecciones; cuáles circunstancias conducen a elecciones ventajosas y cuáles a elecciones no ventajosas; cuáles conducen a la salud mental y cuáles a la enfermedad mental. Estos problemas pueden discutirse científicamente sólo si se abandona el punto de vista de que la ciencia no puede ocuparse de los valores. Es posible demostrar que los valores humanistas que son comunes a todas las grandes religiones y filosofías humanistas concuerdan con la naturaleza del hombre y de las necesidades que se derivan de dicha naturaleza. El psicoanálisis puede demostrar, empírica y científicamente, que las normas humanistas de amor, razón y libertad son al mismo tiempo las normas para la integración y para una verdadera salud mental.
Puesto que he hablado del concepto ético humanista sobre el cual baso mis ideas psicoanalíticas, debo al menos mencionar otra premisa filosófica básica: esta es la de que no se puede llegar a comprender al hombre y su desarrollo sin comprender también la estructura de la sociedad en que vive; la sociedad, para poder sobrevivir dentro de su estructura especial, tiene necesidad de encauzar la energía humana de tal modo que el hombre llegue a querer hacer lo que tiene que hacer en esa sociedad. La sociedad, a su vez, puede corresponder a las necesidades humanas del hombre; o puede estar en contra de ellas; podemos decir que una sociedad es progresista, según el grado en que ella corresponda a las necesidades reales del hombre; y que una sociedad es destructiva según el grado en que se oponga a esas necesidades, y entonces estará condenada ya sea a perecer, o a transformarse de tal manera que corresponda más adecuadamente a dichas necesidades.
Determinar el punto hasta el cual el cambio ocurrido en ciertas ideas religiosas es una expresión del cambio psíquico experimentado por la gente en cuestión, y el punto hasta el cual esos cambios son dictados por sus condiciones de vida.
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