10. CONCLUSIONES
Psicoanálisis y religión están enraizados en la búsqueda de aliviar el sufrimiento, la enfermedad, lo inexplicable, la vivencia de finitud. Comparten semejanzas aunque son muy diferentes.
El psicoanálisis promueve el autoconocimiento, cuyo resultado es conseguir una mayor autonomía, ya que autoconocerse permite decidir conductas con menos ignorancia sobre las motivaciones y una mayor comprensión del porqué de los afectos.
Religión se concibe como “volver a la unión con los orígenes, con un estado que perdimos”. Se entiende, además, como la conexión con algo que nos trasciende. Supuestamente surgió a partir de la conciencia que el homo sapiens pudo tener de la indefensión y del desconocimiento de los orígenes. Las religiones fueron consecuencia de esta búsqueda de protección.
Según Freud la religión es la neurosis obsesiva de la sociedad. Cuando nos referimos a una neurosis hablamos de cierto goce (o beneficio) que obtiene el individuo de ese padecimiento, es decir, encuentra cierta funcionalidad en sus síntomas. Si la religión es la neurosis obsesiva de la sociedad, es precisamente porque la necesita, o porque encuentra cierta satisfacción en ella, independientemente de a cuál religión se pertenezca. La postura psicoanalítica al respecto es la misma que con cualquiera de las neurosis, es decir, no se defienden ni se atacan deliberadamente. En un proceso de análisis no se propone al paciente abandonar su neurosis (o su religión por supuesto), se propone un camino distinto por el cual pueda obtener una satisfacción similar en el plano de lo real.
La religión no es el problema de Dios, sino el problema del hombre. Las fórmulas religiosas y los símbolos religiosos, son tentativas de dar expresión a ciertas clases de experiencia humana. Lo que importa es la naturaleza de estas experiencias. El sistema de símbolos es sólo la clase por la cual podemos adivinar la realidad humana que sirve de base.