04. MENTALIZACIÓN IMPLÍCITA Y MENTALIZACIÓN EXPLÍCITA
A través de la mentalización explícita pensamos reflexivamente acerca de las acciones de los otros y de nosotros mismos. Es un proceso relativamente consciente, reflexivo, deliberado y no inmediato. Nos referimos a los procesos en los que aparece bien clara la diferencia entre pensar y pensar en el pensamiento, así como sentir y pensar en el sentimiento.
Por el contrario, mentalizamos implícitamente cuando interactuamos intuitiva e irreflexivamente. Es un proceso inconsciente, involuntario e inmediato (Allen, Fonagy y Bateman).
Allen y cols. Encuentran la diferencia entre ambas en tanto conocer qué (explícita, declarativa) y conocer cómo (implícita, procedimental). Para Coderch el término de mentalización implícita es contradictorio con el concepto mismo de mentalización, ya que supone una cualidad reflexiva, con lo cual es necesario cierta voluntariedad. Cree que lo que quiere designar este concepto está aclarado con otros términos del intersubjetivismo como son el modelo mental implícito de Fosshage o los principios organizadores de Orange, Atwood y Storolv. (Realidad, interacción y cambio psíquico, p.248)

Pero mentalizar explícitamente no suplanta la mentalización implícita. Nosotros apenas somos conscientes de nuestra mentalización implícita la mayor parte del tiempo, por más que intentemos explicar lo implícito, por ejemplo cuando tratamos que el paciente ponga atención sobre el significado de su puño apretado. Y mentalizamos implícitamente siempre que estamos comprometidos emocionalmente en interacciones con otros.
Podría decirse que la distinción entre explícito e implícito es un asunto de grado, pero la distinción es válida, pues establece la desigualdad entre mentalización y la actividad reflexiva consciente
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Cuando un paciente después de una primera entrevista declara que seguirá viniendo porque “creo que usted me entiende”, el terapeuta, que aún no ha explicitado ninguna opinión reflexiva acerca de lo que entiende o no del paciente, se puede preguntar: “¿cómo puedo haber entendido sin entender?”. Es probable que en esta experiencia común esté actuando la mentalización implícita en la forma de comunicación no verbal y, lo más importante, no consciente, para el terapeuta.
En general, cualquiera sea el contenido del diálogo, gran parte de la mentalización implícita es no verbal. Las expresiones faciales, la prosodia del lenguaje, los gestos y posturas, son todas expresiones de un contexto de apego y sintonía o empatía en un contexto terapéutico.
La relación entre lo implícito y explícito en la psicoterapia es una relación jerárquica, donde la mentalización implícita es una especie de telón de fondo donde se desplegará la mentalización explícita (Allen, Fonagy). La explicación terapéutica servirá para iluminar lo implícito del proceso terapéutico. Lo ideal sería que el diálogo terapéutico pudiera integrar la mentalización implícita y explícita en un proceso en el que se creara conciencia de las combinaciones de los afectos, atendiendo a las contradicciones entre los deseos y las emociones.
Desde una perspectiva psicodinámica, la meta de la psicoterapia no sería alcanzar específicos insights, sino fortalecer la capacidad del paciente en un sentido amplio, para ser capaz de sentir y pensar de los otros y de sí mismo, implícita y explícitamente. De esta manera estamos facilitando la capacidad para el insight. Para Coderch, en la práctica clínica la mentalización ha de dirigirse «a hacer explícitos los sentimientos, pensamientos y pautas de procedimiento implícitos a través de este pensar reflexivamente en los pensamientos, sentimientos y comportamientos (…) Por tanto, el interés de la mentalización para el tema de nuestro trabajo reside en que, desde la mentalización intencional, explícita, se llegue al diálogo con lo implícito» (Coderch, 2014).