03. ASPECTO RELACIONAL DEL SER HUMANO.
En mi opinión, no debemos dar la espalda a ninguno de los distintos niveles en que entendemos al ser humano, y que citaba al principio de este apartado (01. APROXIMACIÓN CONCEPTUAL). El hombre es un ser muy complejo y complicado, no se puede reducir todo a una perspectiva. Somos concebidos y nuestro organismo comienza a crearse, a formar la base orgánica y material sobre la que se sustentará la futura persona. Desde que nacemos (desde antes tal vez), comenzamos la labor, que nos acompañará durante todo este viaje llamado vida, del proceso de hacernos personas. Dicho proceso comienza en el núcleo familiar, más concretamente en las relaciones primeras con las figuras de apego, fundamentalmente la madre. Como especie, venimos preparados para ejercer un tipo de comunicación que llevamos inserto de serie, y que será la base sobre la que sustentaremos la propia afectividad. Se crea en función de la retroalimentación que de nuestras acciones y demandas nos hagan estas figuras de apego. Al crecer, dentro de la familia aprenderemos cómo hemos de vivir, qué normas hemos de cumplir, qué cosas podemos hacer y cuáles no, cómo somos de importantes, cuánto apoyo nos merecemos, por qué valores nos regimos, en resumen, aprendemos a socializarnos. Y finalmente, damos el salto y comenzamos a interrelacionarnos con figuras totalmente ajenas, como en su día fueron nuestros padres y hermanos, incluso nosotros mismos. Cada una de estas etapas, especialmente la primera y segunda infancia, van a ser decisivas en la formación o no de futuras patologías. Porque de cómo aprendamos a relacionarnos en nuestro hogar va a depender cómo lo hagamos fuera de él. La diferencia entre una vida agradable y feliz y una desastrosa que nos produzca vacío existencial, que sintamos rechazo social y no encontremos ubicación, puede estar precisamente en estas primeras etapas, y por ende, en la relación entre los componentes del núcleo familiar.
El hombre es un ser muy complejo, lo cual nos obliga a conocerlo en su totalidad, con la mayor profundidad, para poder ofrecerle la mejor ayuda posible. Y este conocimiento abarca también su faceta espiritual, metafísica, mental o de conciencia. No somos solamente materia, y esto lo podemos observar precisamente en que no nos afecten por igual las mismas cosas. No somos solamente genes, puesto que nos comportamos a nivel social de manera compleja, tenemos inquietudes, experiencias y vivencias que nos hacen saber que no somos solamente materia. Citando al profesor Cencillo:
“…si del solo genograma dependieran comportamientos y perfiles de personalidad, no habría historia, sino naturaleza como en el resto del reino animal”. (Homosexualidad y paradojas sociales. Madrid: Syntagma Ediciones 2002, p. 101)